Una final protagonizada por dos equipazos

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Actualizado: agosto 6, 2016

A pocos minutos de la culminación, la hinchada de Racing, con la certeza que la suerte estaba echada, alentó con fuerza versionando a Gilda, la cantante que en pocos días se cumplirán 20 años de su trágica muerte. Descargan el dolor ante la inminencia de una derrota que en la previa podía darse, pero sin dudas ni el más pesimista imaginó de este modo. No tuvieron jamás un resquicio para la esperanza real; y fue tal la distancia que estar apenas por debajo de los veinte puntos los animó a levantar el entusiasmo. Ese tercer cuarto tan fundamental para limar el amplio guarismo, con consecuencias decisivas adversas, solo hizo asomar los diez minutos finales como un simple protocolo a cumplir. De allí el despliegue de la bandera en el pulmón de la tribuna, absolutamente colmada, sin un centímetro de espacio libre.

Sin dudas, la remontada heroica de 48 horas atrás con posterior victoria les devolvió el aire y soñar con salir campeones, pero el terrible baldazo de agua helada con ese primer cuarto de pesadilla los aturdió. Igual, de modo estoico se quedó en las gradas, cantó con las reservas anímicas disponibles y aplaudió agradecido cuando todo terminó, y el rival se coronó como el Campeón.

Ramos Mejía, el candidato natural desde el inicio mismo del certamen. Quien redobló todos los esfuerzos desde todos los ángulos, y se autoimpuso la obligación de quedarse con el título. Su reverdecida hinchada colmando la tribuna que da a Juan B. Justo, sepultó de inmediato las imágenes del miércoles, y enloqueció con el arranque de su equipo, y el accionar celestial de Martín Cuello, uno de sus hijos pródigos, en el cuarto inicial, con una fantástica producción que incluyó 18 puntos. No dejaron de gritar, alentar, extasiarse con la producción de los muchachos con la camiseta de sus amores. “Vamos a volver”, era el lema repetido, anhelado, ansiado y potenciado tras la eliminación en las semifinales del 2015. Respetó el grito de guerra final académico, cuando éste liberó sus sentimientos con el conocido himno de cancha: “En el este y el oeste, en el norte y en el sur, brillará blanca y celeste, la Academia Racing Club”. Entonces sí, a falta de minuto y medio, se levantaron, saltaron felices y con los brazos en alto festejaron la inminencia del título. Abrazos, risas, llantos de emoción, y apenas Fernando Sampietro dictaminó el final, ingreso al rectángulo y se confunden en un racimo humano gigante con sus héroes.

Las remeras blancas con la leyenda “Yo estuve”, dejan espacio a otra, “Campeón del Prefederal 2016”, inscripto en la delantera, y en la espalda, una consigna que solo quienes saben de modo literal la rivalidad con el vecino, la entendieron: “SEgui MIRAndome que ya volví”. Las esquirlas de la eliminación pasada ante Estudiantil Porteño (“Semi ra y no se toca”) saldadas y la inminencia de unos choques fantásticos para un barrio elevado a la enésima potencia en el próximo Torneo Federal.

Fabián Borro, Presidente de FeBAMBA, acompañado por los dirigentes Sebastián Bilancieri, Javier Castelao y Ariel Trebino, entregan la Copa al capitán Matías Cuello y el festejo enloquecido de una barriada desatada con el desahogo. Kevin Jerez Pilotti, de fantástica actuación en la serie final, se sube al aro y cumple con el ritual del corte de red. Con la misma colgada al cuello, deja atrás esa imagen de tipo rudo y lanza el llanto emocionado. El base repitió consagración, tras aquel conseguido con River Plate en el 2014. Y en la otra punta del rectángulo, Locura Cuello repite el ritual, con la hinchada rendida a sus pies, al grito “de la mano de los Cuello vamos a volver”.

La gente de Racing, ya retirada del gimnasio, respetó el festejo ajeno y así engrandeció su grandeza. Felicitó a los suyos, los abrazó y animó. Se perdió la batalla 2016, pero irán sin dudas por la revancha deportiva.

Un magnífico espectáculo brindado por dos inmensos equipos que honraron al torneo y dejaron sus nombres inscriptos para siempre. Culminó el Prefederal, con un justo y merecido campeón, y un adversario tan enorme como el vencedor.

FOTOGRAFÍA: Tamara Toral para Prensa FeBAMBA